Cuando éramos pequeños, pensábamos que los coches volarían y que los fines de semana haríamos viajes a la Luna -como si tuviese un clima tropical-, pero aquí seguimos, con nuestro Seat Panda y yendo de vez en cuando a Marina d’Or, ciudad de vacaciones. Resulta que, como decían los amigos de Muchachada Nui, el futuro no es futurista, parece cine español. La última gran promesa del magnífico futuro es la domótica, tecnología a través de la que podremos controlar todos los elementos de nuestra casa desde nuestro teléfono o tableta, convirtiendo nuestra casa en la Enterprise, pero… ¿Hasta qué punto es viable la domótica? ¿viviremos algún día en una choza tan chachi como la que podemos ver en videos de demostración?
Es evidente que esas casas que vemos en los videos de domótica son sólo una demostración de lo que la tecnología puede llegar a hacer y que en ningún momento se pretende que todas las casas sean así, son algo así como el catálogo de Ikea versión HAL 9000, pero rápidamente se hace evidente que hay muchos elementos que se nos tratan de vender que son realmente poco prácticos.
¿Merece la pena el coste a cambio de lo que ofrece?
El más evidente es el de poder vigilar cualquier rincón de tu casa desde tu teléfono o tableta. Si vives solo, aún tiene un pase pero si vives con más gente, el tener la sensación de que alguien de tu familia te puede estar vigilando en cualquier momento es tremendamente inquietante. Por no decir lo que se perderían los jóvenes del futuro si el fin de semana que sus padres se van saben que la red de cámaras de su casa les convierte en una especie de concursantes de Gran Hermano paternal. Eso es la muerte social.
Actualmente una instalación media de una casa automatizada cuesta unos 6000€ -sí, hay quien se ha hecho una instalación él mismo por una cantidad mucho menor, pero eso es una minoría y la gran masa necesitará un especialista que se lo haga-. En un contexto económico como el actual, gastar ese dinero por algo que realmente no ofrece una mejora sustancial a lo que ya tienes se antoja complicado que llegue a extenderse, incluso aunque los costes bajen en los próximos años.
Espectacular pero realmente no tan práctico como lo pintan
Y ese es otro problema que debe afrontar la domótica, que realmente no ofrece un salto notable con respecto a lo que ya tenemos en nuestras casas más allá de la pijada de poder decirle al termostato que suba la temperatura desde el teléfono, pero no deja de ser eso, una pijada que más allá de volvernos un poco vagos no ofrece un valor añadido real.
En cierta manera, la domótica se enfrenta a un problema similar al de los wearables, hay muchos intereses en que sea algo que se extienda, pero por ahora no ofrece nada al público que realmente vaya a revolucionar sus casas como los smartphones revolucionaron la manera en la que nos comunicamos.
Google y Samsung ya están metidos de plenos en la batalla por tu casa
Samsung y Google están invirtiendo mucho en este campo. Google compró Nest por 3.200 millones de dólares, una empresa dedicada a los termostatos inteligentes.Samsung, por su parte ya tiene lista una web dedicada a sus servicios de casas inteligentes e incluso contrató a David Hasselhoff para protagonizar un anuncio en el que KITT se ponía celoso de su nueva casa, lo que demuestra lo fuerte que apuesta la compañía por un mercado que realmente casi ni ha nacido.
Con Apple también en el ring, no cabe la menor duda de que estamos ante el próximo gran mercado que las compañías querrán explotar una vez saturados de smartphones, tablets y ya veremos qué sucede con los wearables, quizá el mejor ejemplo para los fabricantes, de que el mercado no está dispuesto a comprar cualquier tecnología nueva que nos ofrezcan por mucho que sigamos con el subidón de los smartphones: si no nos ofrecen algo que realmente mejore nuestras vidas tal vez no vendan lo que esperaban.
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